Project Description

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Uno de las grandes referencias del Camino Francés, por estar considerado el punto más alto aunque sea de forma simbólica ya que sus 1.496 metros son superados después de Manjarín hasta alcanzar levemente los 1.500. La tradición propone depositar una piedra al pie de la citada Cruz de Ferro; incluso hay peregrinos que la traen desde su zona de procedencia. De lo que no dice nada la tradición, ni el sentido común, ni los principios ecológicos, es de abandonar allí todo tipo de prendas u objetos hasta convertir aquello en un vertedero. Gracias a que algunos voluntarios lo adecentan, el lugar vuelve a estar presentable, pero hay épocas en las que cuesta detenerse allí por la imagen que presenta; y es una pena porque es uno de los lugares mágicos del Camino Francés. Por ser la cruz más emblemática, porque se creía el punto más alto del Camino Francés, porque al llegar allí los peregrinos de largo recorrido sienten la cercanía de Galicia y de Santiago, por la carga emocional de millones de peregrinos emocionados al llegar allí, la Cruz de Ferro merece ser respetada. Junto a la cruz, tenemos un bonito merendero sin fuente y una pequeña ermita dedicada como no podía ser de otra manera a Santiago. Todo el conjunto merece ser respetado con un buen comportamiento cívico: solo una piedra (cogedla un kilómetro o más antes porque escasean. Tampoco hay que meterse a «harrijosatsaile», levantador de piedras en el País Vasco, por unas horas, para demostrar nada. Una simbólica piedra es suficiente). Tambien se agradecen el silencio y respeto, en general y en particular, a quienes deciden orar, meditar o reposar en un lugar tan evocador. No hace falta llegar y ponerse a gritar; es evidente que has alcanzado la Cruz de Hierro. Ni aquí, ni en los 800 kilómetros de la ruta.