Es nuestro lema («el peregrino respeta»), una actualización del siempre vigente «el peregrino agradece, el peregrino no exige». Recurrimos a ambos principios básicos del Camino porque parece que la preocupación por el comportamiento de algunos peregrinos va en aumento.
EL PEREGRINO RESPETA
En los últimos días tres emblemáticos hospitaleros con distintos perfiles han manifestado su desazón por la deriva que en este sentido está tomando el Camino. Fernando Imaz, presidente de la Asociación de Amigos del Camino de Gipuzkoa e impulsor de varios albergues en su provincia y fuera de ella y José Almeida con similar abnegación con los peregrinos desde (entre otros) su albergue de Tábara en el Camino Sanabrés cuestionan el comportamiento de demasiados «paseantes» (a veces ni eso) que llegan hasta sus albergues de donativo. Imaz y Almeida son dos de las grandes instituciones en el Camino, desde su gran autoridad moral nos hablan de egosimo, exigencias improcedentes, falta de respeto a las normas y tantos comportamientos impropios en el Camino de Santiago.
José Ramón y Sara, propietarios del Albergue Porta de Santiago en O Pedrouzo (referente entre los albergues privados entre otros motivos por guardar unas plazas a los peregrinos de largo recorrido que han empezado a cientos de kilómetros), también han mostrado la tristeza e indignación que les provoca el comportamiento de ciertos peregrinos que exigen lo inimaginable. Si en los albergues de donativo o municipales de unos 5 o 6 euros se está reclamando lo que no procede, imaginémonos en los privados donde algunos creen que por pagar 10 o 12 euros tienen hasta derecho de pernada.
RESPETO EN EL CAMINO
Si algo nos ofrece el Camino es la oportunidad de desprendernos de todo lo vinculado al ego; fuera egoismo y fuera egocentrismo. Pues resulta que algunos se lo toman de forma contraria. Se creen que por hacer el Camino de Santiago tienen que tener todo tipo de prebendas, ventajas o ayudas. Por no hablar del fanfarroneo de baratillo con el que llega más de uno al albergue explicando los muchos kilómetros que ha caminado cuando al lado tiene a una señora que camina lo mismo y desde más lejos sin darse la menor importancia.
Este es el Camino del 2018, masificado en ciertos trayectos y épocas, con cierta pérdida de valores propios de la ruta. Dicho lo cual, tenemos claro que sigue habiendo una mayoría de peregrinos de excelente comportamiento. Digamos que las actitudes indeseadas hasta hace unos pocos años eran anecdóticas y ahora minoritarias pero claramente en aumento y preocupantes.
Larga vida al Camino y a seguir disfrutándolo a pesar de los cambios y dificultades.
El camino se esta devaluando muchísimo , por desgracia. Se ha convertido en un atractivo turístico mas, y evidentemente hay toda una economía directa y oculta que vive de ello, por lo tanto no se toca al peregrino. Yo he podido estar este año de voluntaria en un albergue de donativo y realmente he visto de todo. La mayoría va a su bola, eso del espíritu del camino se ha perdido. De hecho el saludo de «buen camino» lo oí muy pocas veces, salvo que lo dijera yo. Preparábamos por la mañana temprano un desayuno básico para los peregrinos y me han exigido: , zumos, que el café fuera expreso, que si no había pan del día (a las 6 de la mañana)……Algún bicigrino enfadado porque no podía meter la bici dentro del albergue…..Otra cosa que parece obligatoria es que tengamos que hablar varios idiomas, pero algunos no se esfuerzan ni en hablar por señas…En fin, una pena repito. Menos mal que todavía los buenos peregrinos compensan los pelmazos.